jueves, 3 de julio de 2008

Filósofos de copilco

La cosa es muy sencilla; sólo que no sé cómo explicarlo. Se podría decir que es una decisión cotidiana, común, sin sentido. Pero hay que dejar atrás ese banalidad que deprime. En serio, si está decisión fuera tomada por alguien con mucho poder, cómo Bush o el presidente de nuestra grandiosa república, se tendría que hacer un estudio de impacto social. Entonces, ¿por qué si la decisión es la misma es más importante cuando la toma alguien importante?, ¿dónde está toda esa madre de la igualdad y quién sabe que más?

No, hay que defendernos como personas, como seres humanos, sino lo hacemos por nosotros, para nosotros; nadie lo va a hacer.

Es acabar con una forma, con una esencia, no es tan solo un objeto, es la concentración de nuestro poder, de nuestra fuerza , es el punto cumbre de cada momento en nuestras vidas. Ahora está aquí frente a nosotros. Es tan fácil ver que no se puede dar una resolución tan a la ligera. La teoría del caos: de lo dicho en los próximos cinco minutos podría depender el clima mundial o la supervivencia de una especie en extinción. La misma economía mundial depende de mí o de cualquier individuo.

No hay que tomar las cosas de una manera superflua. La decisión es una tesis de vida, el objeto de cada persona, es cada transmutación de la materia, cada cambio de estado: y esto, el cambio y la transmutación es nada menos que decisiones.

Cada vez que se toma una decisión, por el simple hecho de haberla tomado, el personaje que la tomó ya es parte del universo, existe; Deja de ser masa corpórea, para convertirse en esencia de todos, de un grupo, de un todo.

A veces pienso en todas las posibilidades que se desarrollan con una sola decisión y me aterroriza…

¡Oye, wuey¡ ya no mames. Solo te pregunte ¿o te acabas esa pinche caguama o me la acabo yo? Y me sales con todo un pinche choro de quien sabe que mierda. Mira, la neta: ni te puse atención.

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