Aunque todo la imagen se conforma con la escala del blanco a negro pasando por las infinitas posibilidades de la tonalidad del gris, la calidez del conjunto crea un recuerdo magnánimo.
Dulce forma, escondes la mirada tras las sombras, ves hacía ningún lado como si conocieras el mundo entero, escudriñas el vacio mientras filósofas sobre tu ser. Abrazas tus piernas, las aprietas contra tu pecho como si tuvieras frio, sin embargo los pies descalzos juegan en el suelo geométrico e incoherente, danzan al ritmo que dan las líneas rectas marcadas en la madera por el tiempo impasible que no espera por nadie, ni siquiera por ti. Polvo y mugre se agrupan a tu lado y se mueven divertidos al estar tan cerca de tu calor; la mente no puede escapar a lo sentido por la piel, siendo el máximo órgano receptor, no lo percibes estas perdida en tu seriedad. Con los labios juntos, seguros pero sin llegar a estar tensos, intentas dibujar una sonrisa perdida en una imagen anterior: la buscas sin tratar de encontrarla, el pelo enmarañado se esconde y se confunde con las sombras protectoras de tu cuerpo. La vida entre grises te acobija y te susurra al odio mientras te desvaneces de mi vista como una fotografía vieja en el buró que ha sido devastada con greda.
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