jueves, 5 de junio de 2008

Apreciando mi pie izquierdo

Cuando las personas se amontonan, no pasa nada entre ellos.
Masivamente nos comunicamos y masivamente odiamos, volar entre arboles de lodo, cuidando nuestro paraguas, no vaya a picar a algún petirrojo parado sobre las ramas pegajosas.
Cuidadosamente apoyo mi pie, grande, inflado, morado, inerte, lejano a mí, como si no me perteneciera. Caminar suena imposible, es inseguro.

Pie izquierdo te necesito, no puedo ser parte de la multitud sin ti.
Apoyado en muletas la gente me discrimina, me da el paso, me sede el asiento y hasta me dejan bajar tranquilamente en la estación hidalgo.
Aislamiento social, decaimiento parcial. Tres o cuatro metros adelante de mí camina, sin preocupación, camisa roja, falda verde deslavado larga casi la arrastra, pelo negro largo suelto enmarañado, botitas de piel. Necesito hablarle, al menos verla a los ojos, tener un recuerdo y un momento de sueño, imaginar un futuro imposible. No camines tan rápido, acaso no te das cuenta que no puedo apoyar mi pie izquierdo.


No quiero ser tratado diferente por la inutilidad de mi pie izquierdo, no soy especial, continuo siendo invisible, no me veas, no me ayudes, no tengas lastima de mi, lárgate, te odio. Cuidadosamente corto el dedo medio y lo pongo a freír en aceite, ¡uhm! que rico huele, cocinar mi pie izquierdo, con un poco de vainilla y vino barato.
Ahora nadie se dará cuenta que no sirve mi pie izquierdo, ahora mi pie derecho es un pie medio. Maldita sea, ¿qué hice? ¿Me comí mi pie derecho? Entonces, ¿donde está mi pie izquierdo? ¿En donde estoy parado?, ¿en qué me estoy apoyando?, ¿será tu pie izquierdo? ¡Comételo!


Pido perdón, por la sacrílega y por la luna y la luz y la música y la muerte y por mí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo un pie izquierdo de carácter Nihilista!
Saludos mi CharGil!
Seguiré revisando esas letras.