viernes, 6 de junio de 2008

Sin esperanza.

El silencio predomina, nadie se atreve a decir nada ni hacer ningún ruido, sólo se escuchan la respiración agitada de hombres con decisión pero que conservan miedo en su corazón. La lúgubre escena se apodera del espíritu guerrero e introduce la flaqueza de la esperanza; cuando el hombre cambia la seguridad por la esperanza, en ese preciso momento, pierde fuerza y deseo de darlo todo por lograr su objetivo. La esperanza se basa en las fallas ajenas y milagros de un Dios que nos ama, se pierde el yo lo haré, yo venceré, perdemos el coraje y el autocontrol: nos entregamos al azar y a los demás.
Nadie dice nada, pero todos sabemos que la batalla esta por comenzar. Tenemos miedo pero SABEMOS que la bandera de la victoria se izará en el recuerdo de las generaciones venideras, porque somos LOS INMORTALES.

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