jueves, 5 de junio de 2008

La mujer frente a mi ventana

Son las cuatro de la tarde de un domingo con excelente clima: soleado , viento, despejado, simplemente bello. Me preparo para estudiar, abro la ventana de mi cuarto y la cortina para que entre aire, y mi cerebro se oxigene. Frente a mi venta esta la ventana del departamento de enfrente, el cual apenas ha sido ocupado; no se quien vive allí. Hoy la ventana está abierta y la cortina también. Veo un escritorio con una pequeña lámpara verdea pagada, una taza con lápices y plumas. No alcanzo a ver con detalle los demás objetos, pero supongo que son algunas hojas y un libro delgado; el cuarto esta levemente iluminado por la luz filtrada del sol.

Mientras el viento se escabulle en mi cuarto, avanzo en el camino de la sabiduría, mi cuello empieza a doler, hago giros con mi cabeza; me percato de que la lámpara verde se encuentra prendida, hay una mano sosteniendo un libro mientras la otra escribe algo en un cuadernillo: son unas manos delgadas y ágiles, color moreno claro, bellos delgados y escasos, piel sin arrugas. La dueña de esas delicadas extinciones corporales ha de ser hermosa.

Sigo estudiando. Ahora no puedo dejar de buscar sus ojos, de levantar la vista , descuido mi libro para hurgar en su ventana, ella sigue allí; de pronto voltea y nuestras miradas se cruzan, bajo rápidamente la mirada, un ligero sentimiento de felicidad recorre mi espina dorsal y termina en un suspiro: alcancé a ver como sonreía, o al menos eso quise imaginar.

No puedo estudiar no me concentro, mi atención se encuentra en ella, ¿qué está pensando?, ¿la carcome la curiosidad?, ¿quién es? Pasa una hora más; se levanta; es delgada, viste una blusa verde de tiran titos, pelo negro a los hombros: camina con gracia hacia la puerta sale y desaparece. No aguanto y saco la cabeza para ver en la ventana del cuarto contiguo, no veo nada. Después de 10 minutos regresa, se sienta y no me regala un vistazo, me ignora.

La noche se apropió del momento; trascurre el tiempo imaginando mil formas de iniciar una conversión con la vecina. Estoy perdido en su ventana, veo su mano ir y venir de un lado a otro del cuaderno. Sin previo aviso, suelta la pluma y cierra la venta y la cortina. Parece ser que se acabo nuestra aventura. Los detalles se convierten en protagonistas, ella mueve su pierna como si fuera un tic nervioso y provoca juegos de sombras entre la cortina y el suelo, la irregularidad en la cortina recrea el efecto de las olas; su pierna sube y la ola regresa a la playa, su pierna baja y la hola se va.

Media noche, la sombra juguetona desaparece y con ella la luz. Han pasado 3 días con sus noches y no la he vuelto a ver; por más veces que me asome; por más tiempo que deje la ventana abierta; por incontables que sean mis salidas con la esperanza de encontrármela en la entrada. Nada de ella.

Jueves en la tarde hay luz en su cuarto, la cortina se mueve; su hermosa mano habré la ventana. Se sienta, toma su libro y su pluma y empieza a escribir. Si no tuviera un calendario de blog con el día jueves 23 en él, podría asegurar que es el domingo y que la situación se repite o es la misma. Continua escribiendo, ahora voltea más seguido a verme y nuestros ojos soportan más antes de desviarse, el contacto visual se vuelve más frecuente y más prolongado, hasta quedarnos quietos: mi respiración es muy lenta, no me quiero mover ,tengo miedo de arruinarlo todo; se levanta y sale del cuarto. Yo no me muevo. Alguien toca mi puerta, ¿será ella? No puede ser, ¿qué voy a hacer? Grito

 -"un momento por favor"-,

 me pongo pantalones, desodorante , corro al baño me aseguro de no tener nada en los dientes, me hecho un dulce de café a la boca y abro la puerta.

-"Buenas noches, somos de la Hermandad por la liberación del cuerpo resurrecto de Jesús. Nos permitiría unos momentos?".-

De regreso a mi escritorio, su ventana está cerrada y la cortina también. Puede que algún día me tope con ella en la entrada y ni siquiera la salude, la mujer que me sedujo con sus manos y me cautivo con el movimiento de su pie, la mujer frente a mi ventana, quedara guardada en mi escritorio como una memoria que jamás recordare.

 

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